Este fin de semana he asistido a uno de los actos valientes que hacía tiempo, mucho tiempo, que no veía.
Se trataba de decir la verdad, la dura , escondida y traidora verdad que hace que todas las posiciones que he defendido en los últimos años tengan para mi más sentido.
Eran los jóvenes valientes , comprometidos, idealistas y conscientes de su papel y de la importancia de la supervivencia los que hablaban, y lo hacían en lenguaje claro, llano e incluso rescatando algunas verdades tan duras que volver a oírlas fuera de mi cabeza me dio hasta una vergüenza orgullosa.
Por el contrario, mi entorno más cercano no ha dejado de mentir, de contarse un película tan brutalmente deshonesta que hasta les chirría,y de amparar, aplaudir y defender grandes errores que por desgracia no solo les han hundido a ellos, sino que auguran hundirnos a todos.
Cada uno es consciente siempre de lo que hace, lo puede hacer bien y encajar en su piel, lo puede hacer mal y pedir disculpas aunque privadas, y luego esta el modelo de hago lo que quiero y encima me ofendo.
Por suerte la gente no es idiota , o al menos toda la gente no es idiota que ya es un paso , y rodearte de perfiles débiles y vulnerables dice muy poco de tu grandeza y mucho de tu incompetencia.
Pero este fin de semana he vuelto a sonreír y me he reencontrado con promesas que valían lo que en su momento costo mi apuesta y otras que no valen nada pero aún me hacen reír.
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