viernes, 23 de febrero de 2007

Nous Temps

Los jóvenes debemos mantener el espíritu de cambio y trasladarlo a aquellos espacios donde todavía existe la imagen y la idea de que nada puede cambiar, de que todo es lo mismo...

Como ejemplo por proximidad pondré mi ciudad, Valencia, en la que sigo queriendo vivir aunque la no política del PP en vivienda se empeñé en lanzar a la juventud hacia fuera.
Como socialista tengo la confianza de que las elecciones de mayo de 2007 traerán a Valencia un cambio de Gobierno donde Carmen Alborch, Rafa Rubio y el equipo que han conformado, del que no solo soy en cierta medida parte, sino del que me siento parte al 1000 por 1000, demostrarán a los ciudadanos de Valencia que indudablemente todos los políticos, y lo que es más importante , los modelos, proyectos, y talantes a la hora de gestionar , no son iguales.

Como Joven ya la cosa se complica, porque no sólo deseo con todo mi alma que este cambio se lleve a cabo, sino que es absolutamente necesario para nosotros.
La política de la propaganda, del hago uno y cuento 20, de la mega-giga-brutal ciudad escaparate, nos ha acorralado como colectivo.

Al Partido Popular le dan igual los jóvenes, y a Rita Barbera no le sirven para nada en su escalada de convertir a Valencia en la ciudad fantasma, en la ciudad de nadie, donde Fernando Alonso (con todos mis respetos a la Formula 1, que a mi también me gusta) recorre nuestras calles por la milla de oro ( que es ese tramo donde se hace todo en esta ciudad) porque el resto no esta para enseñarlo, la verdad.

Los jóvenes molestamos porque nos quejamos, y la verdad es que aunque como colectivo tenemos añadido esto de la rebelión y el inconformismo nos encantaría no tener que hacerlo. Lamentablemente no tenemos casa, no tenemos trabajo (y los que lo tenemos ni de cerca ganamos 1000 euros), estudiamos en barracones o pagamos barbaridades por estudiar,no tenemos el transporte público que merecemos y que pagamos con creces (1,15 euros por viaje en bus), no podemos disfrutar del ocio que queremos y que no se reduce únicamente al botellón... en definitiva políticas de juventud + PP = 0

¿Entonces, qué tenemos?

Sin duda la posibilidad y la obligación de cambiar las cosas, de entender que nuestra palabra importa, de defenderla y de elegir nuestro modelo de ciudad, porque el que tenemos no lo hemos elegido nosotros, los jóvenes, y al no hacerlo "otros" han elegido por nosotros.

Nuevos Tiempos para Valencia y la Comunidad Valenciana